Aquellos y aquellas que conozcan la Bhagavad Gita no se sorprenderán al leer que en el hinduismo se compara al ser humano a un carro. Pero probablemente no sepan que esta comparación proviene de uno de los textos más antiguos del hinduismo, el Katha Upanishad, que forma parte del Krishna Yajur Veda, datado en el año 600 a.C.

Este es uno de los primeros textos donde se habla de Yoga, utilizando uno de sus muchos significados. En este texto, el término «Yoga» se utiliza como desarrollo personal y meditación.

La parábola del carro

Así dice el texto:

3. ”Conoce el Ser que se sienta en el carro: su cuerpo es el carro, el intelecto el auriga, y la mente las riendas.

4. ”Los sentidos son los caballos y los objetos de los sentidos los caminos que aquéllos toman. Cuando aquél (el Ser Supremo) está en perfecta unión con el cuerpo, los sentidos y la mente, los sabios llaman a ese estado la dicha Suprema.

 

— Katha Upanishad, 1.3.3-1.3.4

  • La estructura del carro se compara con nuestro cuerpo físico.
  • Los 5 caballos son los órganos de los 5 sentidos, la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto.
  • Los caminos frente al carro son los diferentes objetos de los sentidos.
  • Las riendas son nuestra inteligencia mental, que dirige o intenta dirigir los caballos.
  • El que lleva las riendas es nuestra inteligencia intuitiva, el intelecto, el pensamiento.
  • Finalmente el carro lleva un pasajero: es nuestro espíritu, el Atman, que es el yo.

Al darse cuenta de la condición servil y miserable de su alma, controlada por unos caballos que controlan el carro, el ser humano que conoce su condición puede esforzarse para dominar el control para moverse en una dirección deseada.

Así es como nos movemos a través del ciclo de renacimientos (Saṃsāra), esta es la carrera en la que estamos metidos y depende de nosotros controlar nuestro carro con sabiduría (Prajñā), discernimiento (Viveka) y desapego (Vairagya).

Pero el objetivo final es parar el carro. Una circunstancia única porque la carrera no tiene fin. Cuando el carro se para, el alma puede dejar su condición de pasajera involuntaria.

Todo empieza por los sentidos

Por lo tanto, es necesario disciplinar los sentidos y el cuerpo con la mente, dejar que esta última obedezca a la intuición y ponerla al servicio del pasajero: el ser esencial. Tarde o temprano, el pasajero querrá llegar a su destino y abandonar el carro. Pero, sin embargo, no tiene prisa. Al cochero (nuestra inteligencia más alta) debe conseguirle el viaje más cómodo posible.

Este control de los sentidos lo encontramos en una clase de Asanas: aprendemos a reforzar y flexibilizar nuestro cuerpo, a disciplinar nuestra respiración, controlar nuestros pensamientos y sentidos. Nuestra mente se calma, se vuelve fuerte y serena.

El control de los sentidos, descrito por Patanjali como 4 etapa de los 8 miembros del yoga, es el Pratyahara.

 

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