Hace unas semanas leí un artículo en la sección La Contra de La Vanguardia que se titulaba: «Confundir el placer con la felicidad nos hace desgraciados». Se trata de una entrevista a un neuroendocrinólogo donde nos explica las siguientes claves:

  • La hormona del placer es la dopamina

El placer es más fácil de obtener, ya que requiere un estímulo externo: comer chocolate, hacer deporte, beber alcohol, practicar sexo… La dopamina excita las neuronas, y estas reaccionan cerrando sus receptores. El hecho de que las neuronas cierren sus receptores es lo que hace que cada vez necesitemos más estímulo para conseguir el mismo placer.

La búsqueda del placer genera adicción, y esto nos hace desgraciados.

  • La hormona de la felicidad/bienestar es la serotonina

En cambio, la serotonina es inhibidora de las neuronas y no las excita; al contrario, nos relaja y crece al compartir con otros ese bienestar. Lo interesante es que la serotonina es menos «evidente» de generar. Así como la dopamina puede ser generada por factores externos, la serotonina podríamos decir que se genera de forma interna (a través de acciones previas).

  • La dopamina impide a la serotonina actuar

Por eso buscar el placer aleja la felicidad. Porque el bienestar desaparece con la gratificación inmediata que nos dan las drogas, la comida basura, o con conductas como la creciente adicción compulsiva a las pantallas.

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Hablemos ahora de una historia explicada en el Katha Upanishad.

En ella se cuenta la historia de Nachiketa:

El padre de Nachiketa quería hacer una ofrenda a los dioses. Nachiketa se dio cuenta de que esa ofrenda no sería suficiente y se ofreció a sí mismo.

Su padre, enfadado, lo ofreció a la muerte (Yama). Así Nachiketa partió y llegó a la morada de la muerte, donde esperó durante 3 días y 3 noches. Cuando la muerte llegó, le ofreció 3 deseos, uno por cada día que había esperado.

Nachiketas le pidió primero que acabara con el enfado de su padre. Y así obró la muerte.

El segundo deseo fue conocer el secreto del fuego que conduce al cielo. Yama entonces le enseña a Nachiketa a preparar el sacrificio del fuego e incluso acuña su nombre para este ritual.

El tercer y último deseo de Nachiketas es conocer el secreto de la vida y la muerte, de saber qué hay más allá. Yama le dice que no puede satisfacer tal deseo, y le ofrece todas las riquezas del mundo, todos los placeres que pueda imaginar. Pero Nachiketas le responde que de nada sirven todas las riquezas y placeres, si al final todo es impermanente.

La muerte, satisfecha con la respuesta de Nachiketas, empieza entonces a explicar este secreto, y la primera frase que dice es la siguiente:

Existe el camino de la dicha y existe el camino del placer. Ambos atraen al alma. Quien sigue el primero, llega al bien; quien sigue al placer, no alcanza el Final.

A veces hace falta que un neuroendocrinólogo nos diga algo que muy en el fondo de nosotros ya sabemos.

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