Todos tenemos un camino en la vida, un camino de vida. El fin del camino es el camino mismo, un camino que nos lleva a la comprensión de la vida misma, a la comprensión de entender que el camino es la vida.

A través de nuestras acciones y de nuestra capacidad de entender que el resultado de las mismas no nos pertenece, vamos obteniendo una sabiduría sutil, vamos recordando y olvidando al mismo tiempo. Tropezamos con la misma piedra una y mil veces hasta que un día entendemos el porqué. Podemos huir, podemos quedarnos anclados en la inacción. Pero entonces, ¿qué sentido tiene la vida si nos resignamos a pasar por ella sin aprender lo que nos tiene que enseñar?

Esa piedra está ahí por algo, la vida nos lleva a ella tantas veces como haga falta para hacernos crecer, para entender, para poder dar un paso más al estado del Yoga, al estado superior de ecuanimidad. En este estado, podemos percibir la realidad tal y como es, sin todos los filtros mentales, emocionales y físicos que nos impiden experimentarla en toda su plenitud.

El Yoga es la destreza en acción: cuando ya vemos claramente la realidad y somos ecuánimes acerca de lo que pasa a nuestro alrededor; cuando entendemos que la acción por la acción es el verdadero juego, y que en realidad no existen frutos.

¿Y cómo llevamos esto a la vida?

Aprender, entender y comprenderse a uno mismo significa madurar. Cuando maduramos y aprendemos de todas las situaciones que la vida nos va presentando, aprendemos a tomar decisiones [a actuar] con mayor destreza. Pero debemos entender que actuar sin destreza es probablemente el mejor camino. Aprender de los errores de la vida, de las situaciones duras, y también de las alegres. Entender nuestros patrones de comportamiento y poco a poco entender que ellos están ahí por algo.

La destreza en la vida llega si entiendes que lo que te pasa, te pasa únicamente para que aprendas. Si te abres a ello y no caes en la inacción ni en la autoprotección, te irás empoderando. Te harás más preciso, más conectado contigo mismo, más unido con el mundo.

Y aquí os dejo un cuento al respecto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *